domingo, 29 de mayo de 2011

El Condicionador

En 1980, cuando Héctor Cámpora estaba refugiado en la Embajada de México, gravemente enfermo de cáncer y sin salvoconducto para recibir en ese país el adecuado tratamiento, el Especialista en Pliegos de Condiciones escribía esto: "a) si la biopsia revelase que el tumor que afecta a Cámpora es benigno no habría salvoconducto para él; b) si se comprobase que el tumor es maligno y la expectativa de vida del ex presidente es de varios años el salvoconducto no le sería concedido inmediatamente; c) sólo obtendría el salvoconducto de manera inmediata si las expectativas de vida fueran escasas" (1).

Años más tarde, ya en democracia y poco antes de que Néstor Kirchner asumiera la Presidencia, el Especialista le presentó este otro pliego
"1 “La Argentina debe alinearse con los Estados Unidos. No son necesarias relaciones carnales, pero sí alineamiento incondicional. Es incomprensible que aún no haya visitado al embajador de los Estados Unidos”.
2 “No queremos que haya más revisiones sobre la lucha contra la subversión. Está a punto de salir un fallo de la Corte Suprema de Justicia en ese sentido. Nos parece importante que el fallo salga y que el tema no vuelva a tratarse políticamente. Creemos necesaria una reivindicación del desempeño de las Fuerzas Armadas en el contexto histórico en el que les tocó actuar”.
3 “No puede ser que no haya recibido a los empresarios. Están muy preocupados porque no han podido entrevistarse con usted”.
4 “Nos preocupa la posición argentina con respecto a Cuba, donde están ocurriendo terribles violaciones a los derechos humanos”.
5 “Es muy grave el problema de la inseguridad. Debe generarse un mejor sistema de control del delito y llevarse tranquilidad a las fuerzas del orden con medidas excepcionales de seguridad”.

Hoy, en vísperas de un muy probable nuevo mandato de Cristina Kirchner, el Dr. José Claudio Escribano debe estar redactando un nuevo pliego de condiciones, indispensables para que el país al que tanto ama no siga prisionero del odio y la crispación y para que se genere la necesaria confianza de los inversores. La ciudadanía no ve las horas de conocerlo.
 

(1) Bonasso, Miguel: El presidente que no fue pág. 83. Editorial Planeta, Buenos Aires, 1997, ISBN 950-742-796-1


domingo, 15 de mayo de 2011

El dolor de no haber sido


Tiempo atrás se leía esto: Convocado por la Unión de Promociones del Ejército, la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (Afyapp) –que comanda la mediática Cecilia Pando– y la Asociación Memoria Completa –que lideraba por entonces Karina Mujica–, entre otras ONG formadas para homenajear a “las víctimas de la subversión”, el acto del 24 de mayo fue una de las primeras manifestaciones del retorno del discurso prodictadura. El general retirado Juan Miguel Angel Giuliano fue el encargado de decir que los militares procesados por delitos de lesa humanidad son “camaradas que están siendo perseguidos políticamente”. Esa línea argumental sumada a las trompadas que recibió un cronista televisivo y los gritos contra Bendini, al que calificaron de “traidor” y “lacayo”, cimentaron el camino de las sanciones.

Y hoy nos enteramos de esto: Quien se declara condenado al éxito es el ex senador Eduardo Duhalde, aunque cada vez menos gente le cree. Luego de su patética experiencia en el peornismo federal formó su propio partidito y abrió negociaciones con Lucrecia Astiz, hermana del ex marino, y con el general Miguel Giuliano, de la Unión de Promociones de las Fuerzas Armadas, en busca de superar el piso legal del 1,5 por ciento con ayuda del voto militar y policial, que con incurable optimismo cifra en 2,5 millones de personas. 

Eduardo Duhalde, ese frustrado oficial de las fuerzas armadas pero por lo menos ex bañero de Lomas de Zamora y actual golpista compulsivo, todavía no fué expulsado del Partido Justicialista.