domingo, 15 de mayo de 2011

El dolor de no haber sido


Tiempo atrás se leía esto: Convocado por la Unión de Promociones del Ejército, la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (Afyapp) –que comanda la mediática Cecilia Pando– y la Asociación Memoria Completa –que lideraba por entonces Karina Mujica–, entre otras ONG formadas para homenajear a “las víctimas de la subversión”, el acto del 24 de mayo fue una de las primeras manifestaciones del retorno del discurso prodictadura. El general retirado Juan Miguel Angel Giuliano fue el encargado de decir que los militares procesados por delitos de lesa humanidad son “camaradas que están siendo perseguidos políticamente”. Esa línea argumental sumada a las trompadas que recibió un cronista televisivo y los gritos contra Bendini, al que calificaron de “traidor” y “lacayo”, cimentaron el camino de las sanciones.

Y hoy nos enteramos de esto: Quien se declara condenado al éxito es el ex senador Eduardo Duhalde, aunque cada vez menos gente le cree. Luego de su patética experiencia en el peornismo federal formó su propio partidito y abrió negociaciones con Lucrecia Astiz, hermana del ex marino, y con el general Miguel Giuliano, de la Unión de Promociones de las Fuerzas Armadas, en busca de superar el piso legal del 1,5 por ciento con ayuda del voto militar y policial, que con incurable optimismo cifra en 2,5 millones de personas. 

Eduardo Duhalde, ese frustrado oficial de las fuerzas armadas pero por lo menos ex bañero de Lomas de Zamora y actual golpista compulsivo, todavía no fué expulsado del Partido Justicialista. 

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