lunes, 12 de septiembre de 2011

Levantar la perdiz

Hoy leemos: Ayer, el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Hugo Biolcati, expresó su "preocupación" por la "premura" para tratar en el Congreso el proyecto, y expresó su temor de "caer en la xenofobia", por lo que reclamó un "análisis sereno y profundo" de la iniciativa. Los problemas que puede traer el manejo de la tierra existen. Pero no necesariamente tienen que ver con la nacionalidad del propietario", opinó.

Lo que está haciendo Biolcati, con estas declaraciones, es aplicar un viejo proverbio campestre: hacer como el tero, que en un lado pega los gritos y en otro pone los huevos. Y lo hace de modo inteligente: diciendo una verdad. Curiosamente, aunque por motivos muy distintos, coincide en parte con lo que se dice aquí: Hay “muchos otros indicadores de desigualdad que no se resuelven solo desde la cuestión de la nacionalidad del propietario”.

"Los sectores que más resistirían una discusión profunda sobre la distribución equitativa de la tierra son aquellos que la consideran un bien de renta agraria, un insumo empresarial, aquellos actores representados en las corporaciones agrarias nucleadas en la autodenominada mesa de enlace”. Esta afirmación pertenece a Silvia Lilian Ferro, doctora en Historia Económica e investigadora en temas de desarrollo rural, quien consideró que el proyecto de ley que pone límites a la venta de tierras rurales a extranjeros que envió la presidenta Cristina Fernández al Congreso es una “excelente puerta de entrada, no sólo por el tema en sí, que necesita ser ampliado, sino por la fuerte habilitación política para dar la discusión de fondo”.
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Respecto a esta discusión, Ferro consideró que “la nacionalidad de los adquirentes es uno sólo de los temas que afectan en la estructura de propiedad de la tierra en la Argentina, que es inequitativa y con rasgos de uso insostenible”, y explicó que hay “muchos otros indicadores de desigualdad que no se resuelven solo desde la cuestión de la nacionalidad del propietario”.
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 “La extranjerización es apenas un capítulo de lo que deberíamos tratar si queremos abordar algo que podamos llamar ley de propiedad de la tierra”, consideró. Por ello, propuso —entre otras cuestiones— establecer límites individuales a la tenencia en manos de ciudadanos argentinos. “Eso sí afectaría a la actual concentración desmedida y rentística sobre la propiedad de la tierra en el país”, definió.
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Ahora es mucho más clara la intención de Biolcati y, sobre todo, de los que le permiten ser el presidente da la Sociedad Rural a pesar de tener un apellido italiano: impedir que se produzca un debate sobre la cuestión de fondo, como lo es la democratización del acceso a los recursos naturales y, muy en particular, a la propiedad de la tierra. Y lo hace agitando el espantajo de la xenofobia y -me anticipo a lo que se viene- "denunciando" que se quiere reflotar el Consejo Agrario Nacional (CAN) del primer peronismo. Algo parecido a lo que hicieron con la Junta Nacional de Granos durante la Guerra Gaucha de 2008.

Entonces, a no enarbolar consignas patrioteras simplonas y berretas. El límite que impone el proyecto de ley es una condición necesaria pero no suficiente, es solo un primer paso para "dar vueltas a este país como una media", como dijo una vez uno que yo sé en una helada noche patagónica, allá lejos y hace tiempo. 



 


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